20 marzo 2023

Leyendo artículos sobre comportamiento me topé -de nuevo- con el concepto de disonancia cognitiva. Cada vez que leo sobre ello me doy cuenta de que si no tenemos presente qué es y cómo se manifiesta, tendemos a comportarnos de ese modo, incoherente e incómodo.

Imagina que eres una persona muy preocupada por el medio ambiente, y siempre tratas de llevar un estilo de vida sostenible y respetuoso con la naturaleza. Sin embargo, un día recibes una oferta para trabajar en una empresa que produce y vende productos de plástico desechable en grandes cantidades. Sabes que el plástico es uno de los materiales más contaminantes y dañinos para el planeta, pero la oferta de trabajo es tentadora y te pagarían un salario muy atractivo.

La disonancia cognitiva es un fenómeno psicológico que ocurre cuando tenemos dos pensamientos, creencias o actitudes que son contradictorios o incompatibles entre sí. Es una teoría que propuso el psicólogo Leon Festinger en 1957 y que permite detectar cuándo "se dice una cosa, pero se piensa otra".
El conflicto que produce este comportamiento nos genera una sensación de malestar y puede afectar negativamente a nuestra salud mental, ya que puede provocarnos desde estrés hasta depresión. De ahí la importancia de estar alerta para detectarla y poder actuar a nuestro favor.

Hay algunos puntos que hacen saltar las alarmas, tanto si los vemos en otras personas como en nuestro propio comportamiento. Está claro que hay disonancia cognitiva cuando:
  • Minimizas la importancia del problema
  • Tratas de justificar tu decisión
  • Cuando te dan información nueva, la evitas o te bloqueas
  • Hablas de la perspectiva de los demás de forma imprecisa
  • Malinterpretas las opiniones o preguntas sobre el tema
  • Ajustas tus criterios para evaluar una misma situación que ocurre en dos momentos/lugares separados
  • Te enfadas o gritas
  • Atacas la personalidad de la otra persona, en vez de el problema sí, porque te quedas sin argumentos
  • Te alejas de las personas que hablen del conflicto

El uso de estas estrategias no será consciente en la mayoría de los casos. Son estrategias que usa nuestro cerebro para reducir el conflicto. Pero estas estrategias también las verás en personas que saben que no están diciendo la verdad, que saben que están dando información imprecisa o que saben que están ocultando información, y eso es porque hay disonancia entre lo que dicen y lo que saben (muy visto entre las personas de la política gubernamental).

Para evitar que exista la disonancia cognitiva, en cambio, se recomiendan las siguientes estrategias:

Cambiar una de las cosas que generan el conflicto y estar "en paz" con el cambio
Esto implica ajustar tus creencias y valores para que se adapten a tus acciones, o tratar de cambiar tus acciones para que se alineen mejor con tus creencias y valores.

Buscar información objetiva y contrastada sobre los temas que nos generan conflicto
Aprender más sobre lo que entra en conflicto puede ayudarnos a estar "en paz" con las acciones que hacemos y nos hace conscientes de qué pros y contras tiene cada parte. De esa forma podemos ser honestos con nosotros mismos y reconocer nuestras contradicciones e inconsistencias.

Además de estrategia, es muy saludable estar abiertos al cambio y al aprendizaje continuo, ser flexibles y tolerar que otras personas pueden tener otras opiniones y, por supuesto, buscar ayuda profesional si no podemos resolver el conflicto por nuestros medios.
Ser conscientes de nuestro comportamiento nos ayudará a estar más saludables, cultivar mejores relaciones y a ser más felices.
Para finalizar, adapto una historia sobre cómo sacar partido de la disonancia cognitiva (fuente Coursera, más abajo):

Un hombre muy bajito monta una tienda cerca de una escuela. Un grupo de niños que pasaba cada día frente a su tienda, camino a la escuela, le comenzó a llamar "¡Enano! ¡Enano!".
Un día el hombre les espera en la puerta de la tienda y les dice que a cada uno que le llame enano, le dará cinco céntimos, porque le gusta que le llamen enano.
Dos días seguidos pasaron gritando "¡Enano! ¡Enano!", y dos días seguidos el hombre bajito da cinco céntimos a cada niño. Pero al tercer día, el hombre les da dos céntimos a cada uno, bajo el pretexto de que no ha habido mucho negocio en la tienda. Y al cuarto día, cuando le gritaron "¡Enano! ¡Enano!", el hombre sólo les dió un céntimo a cada uno y nuevamente les dijo que no había mucho negocio. Al quinto día los niños no le gritaron, porque no iban a hacerlo sólo a cambio de un céntimo. Problema resuelto.

¿Por qué le acosaban gratis, pero no por un céntimo?

El cerebro tiende a reducir o evitar la inconsistencia psicológica, de modo que cuando el tendero dice que está contento con que le llamen "Enano" y cambia el juego de acoso a recompensa económica crea en los acosadores una inconsistencia y una disonancia en el acoso sin suficiente compensación económica. Muy parecido con el ejemplo del principio de este post.

¿Cambian nuestros principios si nos dan suficiente compensación económica? ¿Estamos en paz con ello?

Tú piensa.

Fuentes:
AIs: Bing's Sidney, OpenAI

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